Fue un año bien raro, sin duda. Comenzó con temblores y terremotos como si la tierra estuviera advirtiéndonos sobre cosas aún más extrañas. Puerto Rico seguía tratando de lidiar con esta nueva calamidad - miles de casas destruidas, muchos edificios escolares derrumbados en el sur de la isla- cuando llegó la pandemia del COVID.
En todo el mundo se cerraron las puertas, se prohibió la circulación, la gente se quedó en sus casas, los negocios cerraron y algunos empleos desaparecieron. Era como si la vida se hubiera convertido en una película a cámara lenta.
El equipo de CNE continuó produciendo investigaciones relevantes y nuestras energías creativas dieron forma a nuevas herramientas.
A medida que se ampliaba el alcance y nuestro trabajo atravesaba el mundo virtual, nuestros análisis basados en evidencia se convirtieron en la clave para disipar la desinformación. Ofrecimos un contexto lúcido y fundamentado a los debates públicos y a la toma de decisiones.
Al igual que tras el huracán María, CNE se transformó rápidamente. En 2017 nos pusimos en marcha a distribuir suministros de emergencia a comunidades remotas, creando redes vitales en medio de un colapso gubernamental.
En 2020, con la pandemia de COVID haciendo estragos y los cierres mundiales, CNE se digitalizó. En una semana, utilizamos las nuevas tecnologías para crear una cuerda salvavidas necesaria con nuestras audiencias. En un mar de incertidumbre, CNE ofreció información creíble y fiable a diario en tiempos aparentemente incomprensibles.